martes, 18 de agosto de 2015

Amor de Ensueño

Es increíble cómo acciones pequeñas pueden desembocar en grandes resultados. Un simple mensaje, un minúsculo gesto o una efímera mirada pueden desencadenar toda una consecución de sentimientos que se acumulan en el estómago como pequeñas crisálidas y que en un momento determinado se abren y sientes como el resto del mundo desaparece, tan solo sois dos personas, dos corazones latiendo a un mismo ritmo. Entonces recuerdas aquellas interminables noches en las que una lágrima siempre traía otra detrás hasta que el sueño cortaba el grifo a altas horas de la madrugada y creías que tu vida estaba vacía, un hueco que nadie podría llenar. Y ahí estás, con esos pequeños insectos chocando contra las paredes de tus entrañas rogando por salir, haciéndote cosquillas con sus frágiles alas. Cierras los ojos y te sientes en medio del devenir de las olas, que no son más que un colchón sobre el que te meces. Poco a poco la somnolencia va tomando tu cuerpo, miembro a miembro, célula a célula. Cuando recobras de algún modo la conciencia, te hallas ni más ni menos que entre nubes que parecen de algodón y te sientes flotar con absoluta paz y serenidad. De pronto oyes algo, un sonido apenas audible que en primera instancia achacas a tu imaginación, pero que vuelves a escuchar, esta vez con más fuerza y nitidez. El tranquilo ambiente en el que estabas comienza a iluminarse, un resplandor que aumenta gradualmente hasta que te molesta en los ojos, los cuales están cerrados. Al abrirlos lo primero que ves son su ojos. Aquellas reliquias que podrías pasar horas contemplando sin cansarte, las cuales te miran fija y tiernamente, como esperando tu respuesta. Tras volver a cerrar muy fuerte los ojos, los abres definitivamente y al fin puedes contemplar su rostro al completo, su perfecta sonrisa que tanto te enamoró. Ese rostro que es la imagen mental que se te forma al pensar en la felicidad. Es increíble cómo una persona puede darle un vuelco completo a tu vida.

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