lunes, 21 de mayo de 2018

No sé nada de ti.

No sé nada de ti. Hace meses que no sé nada. No sé quién eres, no sé quién soy. Lo único que soy capaz de recordar es cómo eras, cómo era yo cuando estabas ahí, cómo me hacías sentir. Ahora solo puedo fingir que todo va bien, que ya no pienso en ti, que ya no te echo de menos. Que no deseo cada día que vuelvas. Que no sigo esperando un mensaje tuyo. 

Me gustaría que vinieras y me dijeras que no has sido capaz de volver a querer a nadie más. Que nadie ha sido capaz de hacerte sentir lo que yo conseguí. Que te gustaría volver a tenerme a tu lado, que me has echado de menos. Pero sé que no sucederá, mientras me digo que aún existe la posibilidad.

Solo te das cuenta de lo feliz que eres cuando dejas de estarlo. No te das cuenta de lo enamorado que estabas hasta que le dejas ir. Que le quisiste tanto y tan fuerte, te dejaste caer tanto que ya no eres capaz de salir de ahí. El amor tarda tanto en llegar y se desvanece tan deprisa... 

Recuerdo una noche, hace no tanto, en la que verdaderamente te eché de menos. Todo iba a cámara lenta, la gente a la que le importo estaba conmigo, y todo era casi perfecto. Pero me faltaba un pequeño detalle. Me faltabas tú, entre toda aquella gente con tu sonrisa, deseándome un feliz cumpleaños.

Me gustaría que supieras que me cuesta la vida no hablarte, que me muero por oírte otra vez, que desearía correr a abrazarte, acariciarte, besarte. Y que cada vez que no lo hago, me parto en mil. Tan solo espero que de vez en cuando, tras un largo día, aunque sea solo un segundo, pienses en mí. En lo que fuimos, en lo que (quizás) nunca seremos.

Quizás hayas rehecho tu vida, hayas encontrado el amor con otra persona, que te da lo que yo no pude o supe darte. Algún día encontraré a alguien como tú. Solo puedo desearte lo mejor, aunque sea lejos de aquí. Y solo te pido un último favor: no te olvides de mí.