miércoles, 12 de diciembre de 2018
El león sin corazón
Entre en alcohol y las risas, dos jóvenes se encuentran por primera vez. Las miradas delatan: se gustan. Pero ninguno parece lo bastante seguro para dar el primer paso, por diferentes motivos. Son dos personajes completamente diferentes, opuestos. Y esa es parte de la química. El primero de ellos, el león sin corazón, con la confianza en sí mismo suficiente para no necesitar a nadie, derivando de ahí su problemática. Acostumbrado a construir relaciones sobre terrenos inciertos, teme que se derrumbe alguna más. Necesita que le aporten seguridad, pero no está dispuesto a aceptarla. Al menos no conscientemente. El segundo, sin embargo, tiene la cabeza más clara. O eso cree él. La falta de autoestima le hace anhelar alguien que le quiera, que haga lo que él no es capaz. Piensa que la mejor manera de aprender a valorarse es viéndolo en los ojos de alguien más. Cuán equivocado está. Un hombre de hojalata cobarde, cegado por el miedo a la soledad, pero con un corazón generoso. Estar dispuesto a compartir tu corazón no vale de nada si no hay alguien que lo quiera aceptar. O que sepa que quiere hacerlo. Puede que algún día llegue alguien con predisposición a compartir. O puede que el hombre de hojalata viva inmerso en su cobardía. Para siempre.
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