miércoles, 16 de noviembre de 2016

Un Millón de Razones (MásVeinticuatro)



La vida me está dando un millón de razones para querer abandonar. Anoche, después de irme de casa ante el rechazo y la incomprensión de mis padres por mi forma de amar, cogí el coche para irme lejos, lo más lejos que pudiera. Las lágrimas empañaban mis ojos, el llanto apenas me permitía respirar, me quería morir. Quería desaparecer; nadie me iba a echar en falta.


Era noche cerrada y no había nadie en la calle. Callejeando por lugares desconocidos, buscaba algo a lo que aferrarme, algo que me diera un motivo para seguir adelante. Y lo encontré, al menos por un segundo. Giré la cabeza y te vi, andando mientras mirabas al suelo. Pude sentir tu dolor; algo te afligía, éramos iguales. No podía apartar la vista de tu cuerpo... y a través del retrovisor quedé prendado de ti. Levantaste la mirada hacia mi dirección y el corazón me dio un vuelco. Una intensa luz llenó mis ojos, un estridente sonido inundó mis oídos y un indescriptible dolor me golpeó desde el lateral.


Aquí estoy ahora, en la cama de este hospital, tras severas operaciones. No puedo hablar ni ver, la sedación es muy fuerte, pero oigo todo lo que sucede. No hay buen pronóstico para mí. Posiblemente no pueda volver a andar y la posibilidad de daños internos a largo plazo es alta. Tengo mil millones de razones para querer abandonar, simplemente dejarme marchar. Pero solo necesito una buena para quedarme, y esa eres tú. Hoy te he oído llegar, como cada mañana, a hacerme compañía y hablarme de ti. Aunque no me conozcas de nada, hablas de la conexión que sentiste, y a través de todo el dolor quiero quedarme... contigo.

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